Este ecosistema único, derivado del bosque mediterráneo localizado principalmente en zona suroeste de la Península Ibérica, es lo que llamamos Dehesa.
El término dehesa viene del latín “defesa” que significa defensa, defendido o prohibido y que hacía referencia al terreno acotado al libre pastoreo de los ganados.
La norma del ibérico define la dehesa como una superficie arbolada con mínimo 10 árboles por hectárea. En España la superficie de dehesa está dividida principalmente entre: Extremadura, Andalucía, Castilla La Mancha, Castilla y León y Madrid.
Está constituida principalmente por especies como la encina, el alcornoque, los quejigos y algunas otras especies arbóreas como el fresno, la jara o la retama. Este tipo de árboles que proceden de la misma familia “quercus”, son los responsables de generar el fruto favorito del cerdo ibérico, la bellota.
Pero este tipo de cerdo no solo se alimenta de bellotas, los pastos y hierbas gramíneas y leguminosas que crecen bajo estos árboles, forman también parte fundamental de su dieta.
La dehesa requiere un cuidado exhaustivo por parte del hombre, los quercus tienen que tener el espacio necesario para crecer fuertes y frondosos, y además, permitir al cerdo ibérico moverse a sus anchas entre árboles y matojos.
Como ya os comenté en el post de los precintos del jamón ibérico, existen varias tipologías de jamones ibéricos y no todos los cerdos ibéricos se alimentan en este tipo de ecosistema a través de bellotas y pastos naturales. Solo lo harán aquellos que van destinados a obtener jamones y paletas de la “categoría de bellota”.
Para que os hagáis una idea estos cerdos durante su última fase de engorde llegan a doblar el peso con el que entran en la dehesa en lo que llamamos el periodo de Montanera. Todo esto se traduce en que diariamente durante esta etapa, cada cerdo puede llegar a consumir de entre 6 a 10 kilos de bellotas y de entre 3 a 4 kilos de pastos naturales.
El pastoreo en régimen extensivo (en libertad) permite que el cerdo ibérico pasee por este ecosistema en busca de su alimento desarrollando su estado físico. El ejercicio que realizan, pueden recorrer hasta 15 kilómetros diarios, retarda inicialmente su engorde pero favorece la infiltración de las grasas de una forma natural, lo que proporciona a la carne una enorme jugosidad y una textura insuperable.
A este aspecto tenemos que sumarle la tranquilidad que les proporciona este tipo de hábitat evitando el que no sufran ningún tipo de estrés.
Además el cerdo ibérico contribuye a la conservación y adecuada explotación ganadera de la dehesa, por lo que podemos decir que el cerdo ibérico y dehesa, forman el binomio perfecto.