Partimos de la base que un jamón es un producto que lleva mucho tiempo y trabajo por detrás y su degustación es el momento culmen donde realmente podremos ver el resultado final de todo un proceso, y apreciar todos sus matices. En función de cómo lo hagamos podremos disfrutar en mayor o menor medida del jamón.
También dependerá de la parte del jamón que estemos cortando, ya que cada una, presenta aromas, sabores y texturas diferenciadas.
Empecemos por el tamaño, ¿cuál es el tamaño que debe de tener una loncha de jamón? Tenemos que tener en cuenta que comer una loncha de jamón debe ser sencillo y placentero. Para ello es importante que la loncha no sea ni demasiado grande (que no nos quepa en la boca) ni demasiado pequeña (que no podamos apreciar sus características organolépticas). Lo ideal es que sea como decimos profesionalmente una loncha de “bocado”. Es decir, que nos entre perfectamente en la boca sin molestar y sin tener que manipularla o cortarla.
Suelen medir de 2 a 3 centímetros de ancho. De esta forma podremos introducirnos la loncha en la boca, posarla sobre la lengua y subirla al paladar sin ningún tipo de problema. Una vez en el paladar y con nuestro propio calor corporal, la loncha se deshará y comenzará la explosión de sabores y aromas que tanto nos gusta.
Para que esto suceda, es importante que el grosor de la loncha sea el adecuado. Si la loncha es muy gruesa, no se deshará en la boca y a la hora de masticarla se creará una bola de carne que nos resultará molesta y que no nos permitirá apreciar todas las particularidades del jamón. Si es excesivamente fina tampoco nos servirá ya que perderemos matices.
Otro aspecto importante es que a la hora de cortar una loncha, esta debe abarcar toda la amplitud que la zona de corte nos ofrece; de tal forma que cada loncha abarque las dos caras del jamón, la interna y la externa. Por ejemplo, en la maza tenemos una parte más curada y otra más blanda, lo ideal es que la loncha se componga de las dos partes. Así podremos apreciar en un mismo bocado, ambas texturas que son totalmente diferenciadas.
Respecto a la grasa del jamón, todas las lonchas tienen que componerse de magro y grasa. Tenemos que tener en cuenta que la grasa de un jamón es monoinsaturada, por lo que es un tipo de grasa que es positiva para nuestro organismo, sobre todo en los jamones que proceden de cerdos alimentados con bellotas y pastos naturales en la dehesa.
La grasa es la que en gran medida proporciona los aromas y sabores que lo convierten en un producto único. Por lo que degustar una loncha de jamón sin su parte de grasa, es como un jardín sin flores.